¿Qué es la virtud?

Existen conceptos que muchas veces utilizamos sin saber su verdadero significado, uno de ellos es la palabra “virtud”, palabra de la cual se abusa, es mal empleada y que sería interesante pedir a un artista decirnos como sería esta, si pudiera dibujarla.

En el internet encontramos este texto muy interesante y explicativo: “Del latín virtus, el concepto de virtud hace referencia a una cualidad positiva que permite producir ciertos efectos. Existen distintos usos del término vinculados a la fuerza, el valor, el poder de obrar, la eficacia de una cosa o la integridad de ánimo. Una virtud es una cualidad estable de la persona, ya sea natural o adquirida. Existen virtudes intelectuales (vinculadas a la inteligencia) y virtudes morales (relacionadas con el bien). La virtud intelectual está formada por la capacidad de aprendizaje, el diálogo y la reflexión en la búsqueda del conocimiento verdadero; dentro de sus límites, es posible distinguir entre la razón teórica y la razón práctica. La virtud moral, por su parte, es la acción o el comportamiento moral. Se trata del hábito que es considerado como bueno y conforme a la ética”. 

Con la explicación anterior solo se pretende enfatizar el craso error en la forma de utilizar esta palabra, principalmente cuando se refiere a un concepto bueno, desde el punto de vista religioso o moral, pero se utiliza de una manera mala valiéndose de lo mismo, de la religión.

Y es que en las diferentes ciudades de nuestro país, cuando se acercan las fiestas religiosas del patrono, se busca entre las jóvenes de la ciudad a alguien que ocupe el puesto de reina de dicha fiesta; al preguntarle a la gente sobre lo que debería caracterizar a la reina de una fiesta religiosa nos dice: “que la jovencita que gane tenga las mejores virtudes”. Pero todo lo contrario sucede con las personas que, siendo parte de las municipalidades, buscan en dichas jovencitas, aunque también mencionan que quien gane debe ser “quien muestre sus mejores virtudes”, pero se refieren a algo completamente diferente.

Y es que los padres tampoco analizan esa situación, se enjaranan en gastos y se realiza una competencia negativa entre las candidatas, quienes sonríen entre ellas al reunirse para ser “entrenadas” por coreógrafos que les enseñan como caminar (paradójicamente un hombre enseñando “malicia” a una mujer), como sonreír, como bailar y otras cosas, pero se ofenden en la calle, entre amigas, en las redes sociales y de otras formas al no estar juntas; la envidia se apodera de ellas y en su afán de ser la ganadora, no les importa a que humillaciones son sometidas, los trajes que deban vestir o la forma como son vistas por la gente.

Quienes se hacen los bigotes son las empresas contratadas para hacer los eventos, implementan enorme tarima y juego de luces, llevan trajes alquilados que hacen que las candidatas muestren lo máximo posible de su intimidad y nadie sabe si estos han sido usados un día antes o si han sido adecuadamente lavados y desinfectados para evitar que a otras mujeres que después lo usen les transmita enfermedades de la piel como hongos u otros males en sus zonas íntimas principalmente.

“Camina recto, la frente erguida, siempre sonríe (aunque parezca fingida), parece altiva, muestra malicia, quítate el pudor, muestra lo que sea necesario, el objetivo es ganar”, pareciera ser lo que estas muchachas aprenden.

La virtud intelectual y la virtud moral para nada son alimentadas en estas niñas, todas conocen las preguntas que les harán y por lo tanto deben aprenderse la respuesta de varias interrogantes desde días antes, pues tienen un cuestionario de varias preguntas, lo único que no saben es cuál de todas les harán a ellas; con esta modalidad ya no hay espontaneidad ni se permite conocer la inteligencia ni si la respuesta muestra la moralidad real de una persona; por otra parte no se les enseña a hacer obras buenas, a trabajar por la comunidad, a hacer el bien individual o colectivo.

Aprender una coreografía para una canción, mostrar traseros poco cubiertos, muslos, espaldas o pechos en una elección es solamente despertar el morbo de los asistentes y no difiere esta práctica de aquella que denuncian las instituciones que atacan la trata de  personas.

Mostrar las virtudes es cumplir fervientemente lo que dice el concepto que antes anotamos, no significa mostrarse semidesnuda ante un público muchas veces ofensivo, que silba o grita vulgaridades, que ofende, que tratan de poner apelativos deshonrosos a los defectos o “pocas virtudes” anatómicas que una niña posea o manifestar comentarios inadecuados ante la que posea mejor  cuerpo o mejor desarrollo corporal, aunque no intelectual.

Ojala haya un día en que la reina de la fiesta patronal haga honor a las virtudes y el ejemplo que el patrono haya tenido en su vida, que sean ejemplo de moral, de disciplina y de respeto a los demás; que los padres entiendan que deben evitar a toda costa mostrar a sus hijas como una mercancía, que cuiden su pudor, su decencia y su salud, evitando que usen ropa de dudosa higiene o de poca decencia; que las autoridades eviten caer en la inmoralidad o en discursos poco elocuentes, ofensivos o que ya rayan con lo mismo de seguir hablando de sus adversarios, cuando lo que deben hablar es de su trabajo y mostrar que lo hacen honesta y transparentemente; que la gente se pronuncie contra este atropello a la dignidad de adolescentes que por su poca madurez son utilizadas por las autoridades municipales bajo un concepto errado en la que se valen de una fiesta religiosa para un acto inmoral y lesivo a la dignidad y el valor de ella.