jueves, 8 de julio de 2010

Los orígenes de la violencia y las leyes

En El Salvador se desata una tremenda lucha entre diferentes actores (empresa privada, gobierno, organizaciones de derechos humanos, ciudadanía, iglesias, universidades, etc.) por una ley que permita penalizar la pertenencia a pandillas, los delitos de distinta índole, las extorsiones y otras barbaries ocurridas recientemente; el gobierno ha sacado a la luz un documento en forma inusualmente rápida después de que mareros quemaran un microbús del servicio colectivo con gente viva en su interior; por otra parte el partido ARENA saca un documento propuesta para combatir la delincuencia después de 20 años en el gobierno que les fueron insuficientes para eliminarla y con el cual pretender tener la sartén por el mango, promoviendo construír una cárcel tipo Alcatraz donde las familias nunca podrán llegar a ver a sus familiares presos.

La discusión se torna cada vez peor y aleja la posibilidad de tener un documento consensuado que reúna las similitudes entre todos los sectores, que elimine las diferencias y logre, mediante personas expertas en el campo, completar una ley que no viole derechos humanos, que asegure la efectividad de los cuerpos de seguridad y de los procesos fiscales, que promueva la inclusión y reinserción de los reos y que asegure que se juzgará al que lo amerita, incluyendo entre los delincuentes a los menores de edad.

Este fenómeno nos está dejando el mensaje de que el país mantiene una gran polarización que no permite incluso que en un tema de trascendencia nacional, haya un acuerdo y que es necesario limar asperezas y tener la visión puesta en el país sin tratar de sacar provecho político de este proceso buscando el beneficio social.

Lastimosamente la mencionada ley que se propone diseñar lleva más componentes de combate a la criminalidad y reinserción, pero nadie habla de la prevención; nos olvidamos que logrando el bienestar de la familia como núcleo podemos prevenir mucho, nos olvidamos que hace falta educación a todo nivel y dejamos de lado que luchar en beneficio de los más necesitados es lo que logrará que haya un mejor futuro para todos; la desigualdad no se está combatiendo y de esta manera nunca llegaremos a prevenir los males que ahora nos agobian.

Recientemente en los periódicos de mayor circulación y en medios radiales escuchamos noticias de abortos, niños abandonados en fosas sépticas, aumento de casos detectados de SIDA, incremento de enfermedades, falta de medicinas, deserciones escolares, violencia intrafamiliar, de intoxicados por querer alimentarse de semilla mejorada (para la siembra, no para la alimentación), de muchos males que pueden y deben ser prevenidos.

No queremos decir que la ley mencionada no es importante, pues la delincuencia ha alcanzado niveles intolerables, pero es importante también velar por que aumenten las fuentes de empleo, por que los niveles de alfabetización suban, por que todos tengamos acceso a educación universitaria, que se promueva la investigación, que se mejore la educación de adultos (en moral, manejo de sus ingresos, alimentación adecuada, promoción de la salud, etc.), que se eduque en sexualidad de forma preventiva, que se fomente la responsabilidad en los responsables de un embarazo (hombre y mujer), que se prevengan enfermedades, que se haga salud preventiva y haya acceso a salud curativa, que se logre una adecuada alimentación, que se mejoren los caminos, que en todas partes haya agua potable permanente, que llegue el desarrollo hasta el último rincón del país.

La prevención de la delincuencia comienza logrando adecuada educación, unión, salud, responsabilidad y convivencia familiar; fomentemos los valores desde la familia, ayudemos a educar a los padres para que sepan guiar a sus hijos, adoptemos una actitud responsable y de respeto a los demás; si enseñamos a nuestros hijos a confrontar y mantenemos pleitos en la familia, los hijos aprenden a agredir; si enseñamos valores fuertes como la responsabilidad, moral, ética, respeto, civismo y adecuada espiritualidad, podemos llegar a ser portadores de paz y contribuir a la paz social del país y del mundo.

Son muy importantes las leyes, pero quizás es más importante lograr mejores relaciones familiares y educación para educar a los hijos en nunca violarlas y así ser mejores ciudadanos.

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