lunes, 20 de febrero de 2012

Cuando lo anormal se vuelve una rutina normal


El Salvador ha llegado a un nivel de tolerancia peligroso, los asesinatos abundan por doquier, en todas partes se habla de fallecidos y tal parece que todo es normal; mueren madres, padres, hijos y todo tipo de familiares, los amigos sienten la pérdida, los familiares lloran a su ser querido, mientras muchos viven el día como si nada ha pasado. La zona rural, antes tranquila, hoy es peligrosa, caminar por senderos en calles de tierra ya no es tan tranquilo, encontrar hombres con pantalones flojos, camisas fuera del pantalón, mangas anchas y calzado deportivo hoy es un riesgo y mucho más si estos poseen tatuajes; encontrar mujeres ya no es tan seguro, muchas de ellas son delincuentes, informantes o integrantes de maras, la muerte acecha en todas partes.

La delincuencia pasó de ser un simple delito a conformar estructuras de exterminio peligrosas, la guerra ha sido desatada y la furia se ensaña con miembros de cuerpos de seguridad entre policías y soldados, el que es militar no sabe si será atacado estando de servicio o de licencia, si lo buscarán en su hogar o patrullando calles, los familiares temen a cada momento por su ser querido, ser policía ha pasado a ser un riesgo, a ser un blanco, a ser una víctima potencial. La guerra civil significaba una lucha entre el ejército y la guerrilla con la población como espectadora, la situación actual ha pasado a ser una guerra de los delincuentes contra la población y contra los organismos de seguridad, el tener un negocio hoy es poseer un riesgo de extorsiones y de amenazas, mas sin embargo algunos negocios ofrecen facilidades para delinquir.

Uno de los vicios más peligrosos es el alcoholismo y por mucho tiempo la población ha sido afectada por su existencia, las cantinas comenzaron a proliferar y en algunos lugares los pobladores comenzaron a exigir su cierre; sin embargo al hablar de cantinas se piensa en un expendio de venta exclusiva de aguardiente, lugar donde los borrachitos se reúnen y se mantienen esperando que alguien los invite, adonde gastan lo poco que la gente les da para beber “poquiteado”, sin embargo hay negocios disfrazados que venden mucho mas licor que estos expendios y que son poco o nada controlados, que se mantienen abiertos hasta altas horas de la noche y que ofrecen bebidas embriagantes sin controles, al por menor y mayor, que se enriquecen a costa de otros y se burlan de los controles de las autoridades.

En estos lugares las personas, en su mayoría hombres, se emborrachan, algunos lugares son camuflajeados como restaurantes, billares, tiendas o cafeterías; la apariencia es una pero la realidad es otra, la venta de bebidas alcohólicas es el principal rubro, es de donde se genera la ganancia real y por lo tanto la burla a las autoridades y a la población es de forma descarada; los padres de familia se mantienen en estos lugares hasta altas horas de la noche, las madres llegan cerca con sus hijos o solas implorando que salgan de dichos lugares, se generan pleitos entre familias, pero interesa más el vicio, los “amigos”, el juego, la parranda.

Los cuerpos de seguridad vigilan, realizan chequeos, hacen guardia; pero cuando se retiran llegan los delincuentes, se cometen delitos diversos, algunos de muerte; a veces el fallecido es un trabajador que fue alcanzado por una bala dirigida a otra persona, a veces es una persona a la que buscan, otras como en un caso reciente es un ex empleado del sistema de transporte; el fallecido es retirado, es llevado a Medicina Legal, la familia espera impacientemente, el local es cerrado sin consecuencias para el propietario; un nuevo día comienza, los amigos deciden paralizar el sistema de transporte, la población se ve afectada, algunos aun no saben la causa, pero el negocio donde fue el delito abre sus puertas con normalidad, como que nada sucedió, solo interesa seguir ganando, nada importa que una vida haya sido cegada; los que un día antes vivieron el terror del asesinato ante sus ojos se les olvida el hecho y asisten de nuevo, la vida sigue igual, nuevamente bebidas alcohólicas, nuevamente la madre acongojada con su hijo llegando a las puertas rogando por responsabilidad, por comida, por atención; el padre irresponsable les da la espalda, el vicio sigue, no practica el juego sanamente, solo llega a beber, algunos pocos juegan mientras la mayoría se sigue emborrachando.

Los jóvenes no escapan de esta tentación, se presentan a estos lugares, las madres y los padres ya no los controlan, se quedan hasta altas horas de la noche, beben alcohol, algunos llegan a una casa donde se reúnen y se emborrachan, no hay quien se salve, profesionales, estudiantes, miembros de iglesias y otros; los que deben dar el ejemplo se pierden, los que tienen la confianza de sus padres no les importa, mejor los amigos, no hay que defraudarlos, una cerveza o un “traguito”no hacen daño, así comienzan los vicios, así se someten a riesgos, así se pierden los hijos, por la falta de controles y la excesiva confianza.

La lucha contra la delincuencia exige también un mejor control de estos tipos de negocio, significa controles de horarios, que los restaurantes, tiendas o cafeterías tengan limites para la venta de bebidas alcohólicas a lo máximo una cerveza por plato servido, que el horario de cierre sea a las 9 PM o antes; que los billares no sean venta de cervezas, sino un centro de recreación como su rubro indica; si esta restricción los hace negocios no sostenibles probablemente serán cerrados, pero entonces el billar, en otros países deporte, puede ser promovido como una actividad sana por las autoridades municipales bajo normas y controles; que los padres de familia sean responsables, que tengan más tiempo para sus hijos y compañeras de vida, que se potencie la unión familiar, la responsabilidad, el ejemplo a los hijos.

Es tiempo de cambiar las reglas, es tiempo de frenar la delincuencia de otras formas, de cambiar leyes, de hacer que los reclusos trabajen y se ganen su alimento, de poner controles a los negocios, de aumentarles los impuestos a los lugares donde se permita vender bebidas alcohólicas, que se les imponga horarios de apertura y cierre, limites de venta por persona, que se fomenten costumbres de una vida sana y de una convivencia social, familiar y personal; es tiempo de ver a su casa, de conocer los pasos reales de sus hijos, de que merecen su confianza, de volver a las horas estrictas de llegada a casa, de tiempos de estudiar y tiempos de ocio, de television sana, de saber si fuman, beben o ingieren drogas, de educarlos, de llevarlos por el camino correcto; la educacion comienza en el hogas, no espere que sus hijos sean responsabilidad de los maestros y mucho menos de sus amigos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Yo mas bien creo que este problema radica en las cantinas, expendios y donde se vende "guaro". En el matorral, donde hoy es mas inseguro porque las empresas que venden y distribuyen el guarito se han dado a la tarea de levantar su negocio donde nadie los ve, ahi refundido en el pueblo. Al menos en la ciudad podes tener un poco de ordenanza municipal, pero en el campo no.