Por Francisco Quintanilla
En la época de la antigua Roma bajo su creencia politeísta absorbida en gran parte de la antigua cultura griega y actualizada de acuerdo a su propia forma de ver y enfrentar la vida, existieron muchos dioses, uno de ellos fue Janos, que era un dios con dos rostros, uno hacia adelante y otro hacia atrás, el rostro hacia adelante representaba la construcción, la vida y el rostro hacia atrás representaba la destrucción, la muerte; en esta dualidad de rostros se expresaba la contradicción que el ser humano, los grupos sociales y la sociedad en la que se encontraban inmersos enfrentaban constantemente en la realización del horizonte que guiaba sus vidas y sus aspiraciones. La historia demuestra y ha demostrado hasta la saciedad, lamentablemente que los grandes imperios se han dejado adrede seducir por el rostro de la destrucción, de la muerte, como justificación para conquistar, mantener y fortalecer el poder sobre el cual han vanagloriado sus existencias.
El sistema capitalista en su estado neoliberal, no es más que la expresión moderna, tecnificada y digitalizada del dios Janos, dominado sobre todo y exclusivamente por el rostro de la destrucción y de la muerte, rostro que cuando se ha materializado en cada región de este planeta dominado por sus maldades y por sus maleficios, ha sido capaz de presentarse como el Big Brother, el hermano mayor, que para “proteger” a sus hermanos menores, lo países pobres como El Salvador, justificó y ha justificado el uso de la violencia genocida, para eliminar todo aquello que no huela a capitalismo neoliberal, en este sentido hizo el big brother uso de las artimañas más sofisticadas y más antihumanas para lograr sus propósitos, y aun cuando en El Salvador por diferentes razones y por diferentes presiones se superó la guerra por medio de los llamados teóricamente Acuerdos de Paz, el “hermano” mayor, logró que en nuestro país realmente no se construyera la paz; dieciocho años han transcurrido desde la firma de dichos acuerdos y el rostro de la destrucción de Janos siguió y ha seguido cobrando vidas, ha causado más muertes que en la misma guerra civil de la década de los ochenta e inicios de los noventa.
Los Acuerdos de Paz , que más bien fueron una suspensión de la guerra civil de más de doce años, dado que las causas estructurales que generaron dicha guerra jamás fueron superadas, lejos de posibilitar la construcción de una paz real, contribuyó a que los que todavía tienen el poder económico continuaran haciendo de El Salvador un escenario más propicio para que el “hermano” mayor y sus aliados nacionales buscaran nuevas estrategias para impedir que el socialismo se construyera en esta Nación; a las causas estructurales que originaron la guerra que jamás fueron superadas, se le sumaron otras causas sociales, económicas y políticas, de tal forma que al agudizarse las condiciones de vida, esto permitió que aquellos que estaban acostumbrados a asesinar, a cometer genocidios para mantener el poder lo sigan haciendo, los datos estadísticos lo demuestran, en los 18 años de suspensión de la guerra civil se han asesinado a más personas que en la guerra misma.
El número de asesinatos cometidos desde la firma de los “Acuerdos de Paz” el 16 de enero de 1992 hasta el 16 de septiembre de 2010, superan los 75 mil asesinatos cometidos durante los 12 años de guerra civil que sufrió El Salvador; en este lapso han asesinado según datos plasmados en documentos elaborados a partir de fuentes que proceden de los archivos de la Fiscalía General de la República y de la Policía Nacional Civil, un aproximado de 82,912 salvadoreños(as), datos estadísticos que no se pueden reducir a simples números, dado de que se trata de personas, que además pertenecían a una determinada familia, a determinados grupos sociales y a una determinada sociedad, por lo tanto los números son más que números, las implicaciones humanas en el sentido negativo rebasan con creces lo que los simples números o estadísticas muestran.
Estos 82,912 salvadoreños(as) asesinados se muestran distribuidos temporalmente en la siguiente tabla, la cual insisto que no es una simple tabla, ya que se trata de humanos asesinados por otros “humanos”:
En la época de la antigua Roma bajo su creencia politeísta absorbida en gran parte de la antigua cultura griega y actualizada de acuerdo a su propia forma de ver y enfrentar la vida, existieron muchos dioses, uno de ellos fue Janos, que era un dios con dos rostros, uno hacia adelante y otro hacia atrás, el rostro hacia adelante representaba la construcción, la vida y el rostro hacia atrás representaba la destrucción, la muerte; en esta dualidad de rostros se expresaba la contradicción que el ser humano, los grupos sociales y la sociedad en la que se encontraban inmersos enfrentaban constantemente en la realización del horizonte que guiaba sus vidas y sus aspiraciones. La historia demuestra y ha demostrado hasta la saciedad, lamentablemente que los grandes imperios se han dejado adrede seducir por el rostro de la destrucción, de la muerte, como justificación para conquistar, mantener y fortalecer el poder sobre el cual han vanagloriado sus existencias.
El sistema capitalista en su estado neoliberal, no es más que la expresión moderna, tecnificada y digitalizada del dios Janos, dominado sobre todo y exclusivamente por el rostro de la destrucción y de la muerte, rostro que cuando se ha materializado en cada región de este planeta dominado por sus maldades y por sus maleficios, ha sido capaz de presentarse como el Big Brother, el hermano mayor, que para “proteger” a sus hermanos menores, lo países pobres como El Salvador, justificó y ha justificado el uso de la violencia genocida, para eliminar todo aquello que no huela a capitalismo neoliberal, en este sentido hizo el big brother uso de las artimañas más sofisticadas y más antihumanas para lograr sus propósitos, y aun cuando en El Salvador por diferentes razones y por diferentes presiones se superó la guerra por medio de los llamados teóricamente Acuerdos de Paz, el “hermano” mayor, logró que en nuestro país realmente no se construyera la paz; dieciocho años han transcurrido desde la firma de dichos acuerdos y el rostro de la destrucción de Janos siguió y ha seguido cobrando vidas, ha causado más muertes que en la misma guerra civil de la década de los ochenta e inicios de los noventa.
Los Acuerdos de Paz , que más bien fueron una suspensión de la guerra civil de más de doce años, dado que las causas estructurales que generaron dicha guerra jamás fueron superadas, lejos de posibilitar la construcción de una paz real, contribuyó a que los que todavía tienen el poder económico continuaran haciendo de El Salvador un escenario más propicio para que el “hermano” mayor y sus aliados nacionales buscaran nuevas estrategias para impedir que el socialismo se construyera en esta Nación; a las causas estructurales que originaron la guerra que jamás fueron superadas, se le sumaron otras causas sociales, económicas y políticas, de tal forma que al agudizarse las condiciones de vida, esto permitió que aquellos que estaban acostumbrados a asesinar, a cometer genocidios para mantener el poder lo sigan haciendo, los datos estadísticos lo demuestran, en los 18 años de suspensión de la guerra civil se han asesinado a más personas que en la guerra misma.
El número de asesinatos cometidos desde la firma de los “Acuerdos de Paz” el 16 de enero de 1992 hasta el 16 de septiembre de 2010, superan los 75 mil asesinatos cometidos durante los 12 años de guerra civil que sufrió El Salvador; en este lapso han asesinado según datos plasmados en documentos elaborados a partir de fuentes que proceden de los archivos de la Fiscalía General de la República y de la Policía Nacional Civil, un aproximado de 82,912 salvadoreños(as), datos estadísticos que no se pueden reducir a simples números, dado de que se trata de personas, que además pertenecían a una determinada familia, a determinados grupos sociales y a una determinada sociedad, por lo tanto los números son más que números, las implicaciones humanas en el sentido negativo rebasan con creces lo que los simples números o estadísticas muestran.
Estos 82,912 salvadoreños(as) asesinados se muestran distribuidos temporalmente en la siguiente tabla, la cual insisto que no es una simple tabla, ya que se trata de humanos asesinados por otros “humanos”:
Las causas que se plantean tanto en los archivos de la Fiscalía General de República como en los datos que la PNC expone, giran en torno a problemas personales, problemas entre maras, por robo y por causas políticas, siendo las tres primeras causas las que se presentan sino como causas comprobadas, al menos como las hipótesis que manejan ambas instituciones como más probables, dejando casi en el olvido la probabilidad de que muchos crímenes que se cometen en El Salvador puedan tener un trasfondo político, dado que la delincuencia común y sobretodo organizada, se maneja en muchos sectores de la sociedad, que están no sólo vinculadas sino que también organizadas y dirigidas por las personas que estuvieron acostumbrados en las décadas de los 70 y de los 80 del siglo veinte a asesinar a cientos de salvadoreños creando y haciendo uso de los escuadrones de la muerte, y que fueron absueltos por medio de la ley de amnistía. Estas personas que se ubican en la categoría de delincuentes de cuello blanco, es bien difícil que hayan dejado de lado ese estilo de vida, acostumbrados a mandar a matar a todo el que pensaba o piensa diferente a ellos y que pone en peligro su poder y su situación de dominación.
La delincuencia organizada dirigida y financiada por los delincuentes de cuello blanco, no son más que la expresión actualizada de los escuadrones de la muerte, que si en el pasado se utilizaron para decapitar a las organizaciones sociales que constituían los cimientos de las organizaciones guerrilleras, en la actualidad, han incrementado su accionar, aumentando el número de asesinatos por día para dejar cada vez más mal parado al maltrecho actual gobierno de “izquierda” y así poder en las próximas elecciones municipales, de diputados (2012) y presidenciales (2014) recuperar el poder político, en otras palabras, la hipótesis que se maneja en la calle y en este documento, es que la mayor cantidad de asesinatos que se cometen en El Salvador, que se le atribuyen a causas de rencillas personales, por lucha entre pandillas, por robo, tienen como trasfondo un tinte no sólo electoral sino que también político.
En todos estos cientos de asesinatos, además se evidencia la puesta en práctica de uno de los principios fundamentales de los capitalistas neoliberales para poder mantener o recuperar el poder político en este país, como es el del Darwinismo Social, el cual legitima que el más fuerte para poder sobrevivir tiene la obligación de acabarse a los más débiles, de tal forma que el asesinato de muchos débiles se ve no sólo como algo natural, sino también como algo necesario.
Los más fuertes encubiertos bajo el rostro público de la alta moral y revestidos con los mejores trajes, se presentan con dos dimensiones, una concreta y otra abstracta, la concreta es el rostro público el cual se presenta todos los días difundido en los medios masivos de comunicación, manifestándose como un referente de preocupación por el bienestar del pueblo salvadoreño, y la dimensión abstracta, es aquella que utiliza todas las instituciones del Estado para cometer todas sus fechorías, sin ser visto, sin ser capturado y sin ser procesado, se presenta como un fantasma colectivo que comete crímenes a granel.
De hecho, como sostienen los que dirigen las instituciones responsables de salvaguardar la seguridad y el bienestar del pueblo salvadoreño, que los delincuentes de cuello blanco de El Salvador están vinculados y conectados con la mafia internacional que derivan de los grandes países capitalistas como el hermano” mayor, lo cual indica aun más que muchos crímenes que se presentan a la luz pública como asesinatos debido a rencillas personales, por robo, o por rivalidades entre maras, son asesinatos que tiene un trasfondo político que rebasa los escenarios nacionales, los cuales están condicionados por los escenarios internacionales, mostrándose en este sentido la globalización de la criminalidad como un hecho político maquiavélico y malthusiano.
Partiendo de las ideas planteadas, quiere decir que el combate frontal de la delincuencia en este país no puede realizarse, si el gobierno actual no está, por una parte, dispuesto a perseguir, procesar y encarcelar a los delincuentes de cuello blanco, que constituyen la cabeza intelectual y financiera de la delincuencia organizada y muy probable de la común, y si por otra parte, este gobierno, no está dispuesto a establecer alianzas con todos los países hermanos, que al igual que este son considerados hermanos menores, alejándose del establecimiento de alianzas subordinadas con el llamado “hermano” mayor, ya que de éste, como la historia lo ha demostrado a la enésima potencia, es de donde han derivado las maldades que rebasan con creces lo antihumano.
Enfrentar frontalmente las diferentes manifestaciones de la delincuencia, supone en este país, no sólo crear más y mejores fuentes de empleo, ampliar considerablemente la cobertura y mejorar la calidad de la educación y de la salud, sino que también perseguir, procesar y encarcelar sobre todo a los delincuentes de cuello blanco, tal como varias instituciones que tienen que ver con la justicia han señalado como los que están detrás de toda forma de delincuencia, sobre todo de la organizada.
Para cerrar con esta reflexión, se le recomienda al actual gobierno, por una parte, que si quiere dignificar sus promesas y dignificarse así mismo, no le debería temblar el pulso a la hora de perseguir, procesar y encarcelar a los delincuentes de cuello blanco, ya que estos es muy probable estén detrás de la mayoría de crímenes que se comenten en este país, y por otra, que no se puede combatir efectivamente a la delincuencia organizada, desde las reglas del capitalismo, se tiene también que cuestionar, enfrentar y superar dichas reglas.
Ya es tiempo que el gobierno actual y el partido de izquierda le rinda homenaje no sólo con las palabras sino que también con las acciones a todas aquellas miles de personas que donaron su vida en la guerra civil pasada, aspirando por la construcción de un mundo mejor donde prevalezca la verdad sobre la mentira, la justicia social sobre la injusticia, la vida sobre la criminalidad.
En todos estos cientos de asesinatos, además se evidencia la puesta en práctica de uno de los principios fundamentales de los capitalistas neoliberales para poder mantener o recuperar el poder político en este país, como es el del Darwinismo Social, el cual legitima que el más fuerte para poder sobrevivir tiene la obligación de acabarse a los más débiles, de tal forma que el asesinato de muchos débiles se ve no sólo como algo natural, sino también como algo necesario.
Los más fuertes encubiertos bajo el rostro público de la alta moral y revestidos con los mejores trajes, se presentan con dos dimensiones, una concreta y otra abstracta, la concreta es el rostro público el cual se presenta todos los días difundido en los medios masivos de comunicación, manifestándose como un referente de preocupación por el bienestar del pueblo salvadoreño, y la dimensión abstracta, es aquella que utiliza todas las instituciones del Estado para cometer todas sus fechorías, sin ser visto, sin ser capturado y sin ser procesado, se presenta como un fantasma colectivo que comete crímenes a granel.
De hecho, como sostienen los que dirigen las instituciones responsables de salvaguardar la seguridad y el bienestar del pueblo salvadoreño, que los delincuentes de cuello blanco de El Salvador están vinculados y conectados con la mafia internacional que derivan de los grandes países capitalistas como el hermano” mayor, lo cual indica aun más que muchos crímenes que se presentan a la luz pública como asesinatos debido a rencillas personales, por robo, o por rivalidades entre maras, son asesinatos que tiene un trasfondo político que rebasa los escenarios nacionales, los cuales están condicionados por los escenarios internacionales, mostrándose en este sentido la globalización de la criminalidad como un hecho político maquiavélico y malthusiano.
Partiendo de las ideas planteadas, quiere decir que el combate frontal de la delincuencia en este país no puede realizarse, si el gobierno actual no está, por una parte, dispuesto a perseguir, procesar y encarcelar a los delincuentes de cuello blanco, que constituyen la cabeza intelectual y financiera de la delincuencia organizada y muy probable de la común, y si por otra parte, este gobierno, no está dispuesto a establecer alianzas con todos los países hermanos, que al igual que este son considerados hermanos menores, alejándose del establecimiento de alianzas subordinadas con el llamado “hermano” mayor, ya que de éste, como la historia lo ha demostrado a la enésima potencia, es de donde han derivado las maldades que rebasan con creces lo antihumano.
Enfrentar frontalmente las diferentes manifestaciones de la delincuencia, supone en este país, no sólo crear más y mejores fuentes de empleo, ampliar considerablemente la cobertura y mejorar la calidad de la educación y de la salud, sino que también perseguir, procesar y encarcelar sobre todo a los delincuentes de cuello blanco, tal como varias instituciones que tienen que ver con la justicia han señalado como los que están detrás de toda forma de delincuencia, sobre todo de la organizada.
Para cerrar con esta reflexión, se le recomienda al actual gobierno, por una parte, que si quiere dignificar sus promesas y dignificarse así mismo, no le debería temblar el pulso a la hora de perseguir, procesar y encarcelar a los delincuentes de cuello blanco, ya que estos es muy probable estén detrás de la mayoría de crímenes que se comenten en este país, y por otra, que no se puede combatir efectivamente a la delincuencia organizada, desde las reglas del capitalismo, se tiene también que cuestionar, enfrentar y superar dichas reglas.
Ya es tiempo que el gobierno actual y el partido de izquierda le rinda homenaje no sólo con las palabras sino que también con las acciones a todas aquellas miles de personas que donaron su vida en la guerra civil pasada, aspirando por la construcción de un mundo mejor donde prevalezca la verdad sobre la mentira, la justicia social sobre la injusticia, la vida sobre la criminalidad.
El Salvador, 16 de noviembre de 2010.
*-Es de aclarar que los datos estadísticos de los años 1992, 1993 y 1997 no se pudieron encontrar en los archivos de la Fiscalía, ni de la PNC, ni en documentos que hacen estudios de la criminalidad en El Salvador, sólo se encontraron un dato aproximado de 5,000 asesinatos por cada uno de estos años en el artículo:”Veinte años de Gobierno del partido ARENA en El Salvador”, la dirección electrónica libreopinion.net.
1 comentario:
Me parece muy interesante esta reflexion y quizas retar al autor a que hale de los futuros fantasmas, los fantasmas politicos, las fuerzas que desapareceran y su extincion comenzara en 2012, uno de ellos el fmln, su camino es oscuro, su futuro incierto, su trabao actual al mando de las instituciones del gobierno ha afectado hasta a sus mas ciegos seguidores y se preparan a castigarlo, la muerte, si no cambian, es inminente
Romeo Aquino
Publicar un comentario