Recientemente miembros del sindicato de la Asamblea Legislativa de El Salvador salieron ante los diferentes medios de comunicación informando de supuestos despidos de sus miembros, entre ellos representantes sindicales, de parte de las autoridades de dicha entidad y manifestaban tener información que sus cartas de despido iban a ser entregadas en corto plazo; al mismo tiempo estos sindicalistas manifestaban que la causal de despido era injusta y mencionaban tener información de actos de corrupción en dicha entidad, entre ellos supuestos malos manejos de fondos, robos y negociaciones amañadas que podían ser demostradas y vociferaron que iban a hacer públicos tales documentos en caso las amenazas de despido se llevaran a cabo.
De parte de otros sindicatos se han dado, en estas fechas, actos de protesta en calles y centros de trabajo con el objetivo de negociar reivindicaciones laborales y en muchas instituciones se ven conflictos al interior de los mismos sindicatos, buscando cambiar sus juntas directivas, motivo por el cual se mantienen luchas férreas.
En algunas instituciones los sindicatos manejan sumas considerables de dinero provenientes de los afiliados y hasta de las instituciones que representan, por lo que se dice que el ser Secretario General de los mismos es un negocio redondo, por tener a su disponibilidad dinero suficiente y tener pocos o nulos controles financieros de parte de entes auditores; por lo que la lucha más que ser un combate por tener el poder y ponerlo al beneficio de los trabajadores o de los clientes de las empresas que representan, es más una lucha por manejar una argolla con altas sumas de dinero y con poder potencial de negociar con “comisiones de alto nivel” de la empresa o hasta del mismo gobierno, acuerdos políticos y hasta cuotas de poder en el estado o en las instituciones.
Los sindicalistas, hasta no demostrar lo contrario, se olvidan que su lucha debe ser a favor de los trabajadores honestos y responsables y en su proceder se cuenta con personas que ya no asisten a laborar y que por lo tanto son un mal ejemplo para el resto de trabajadores, negocian incrementos salariales o prestaciones y se olvidan de exigir a sus afilados que mejoren la atención al cliente, negocian con los poderosos para mantenerse en sus feudos y llevar un sistema de cogobierno que beneficie a ambos y de esta manera estar en “paz”.
El problema se da cuando se producen conflictos de intereses o la parte patronal busca desligarse del sindicato, pretende “sanear” su institución y busca mecanismos legales que les permitan despedir a quienes les chupan la sangre, muchas veces con su propio consentimiento; es entonces que sacan las uñas y todos sacan sus trapitos al sol, acusándose mutuamente de actos de corrupción y buscando mecanismos que puedan afectar a otros o buscando negociar que ninguna de ambas partes salga afectada.
Esto es lo que parece haber sucedido en la Asamblea Legislativa, hablando de pruebas contundentes de corrupción, acusaciones graves que, de ser ciertas, dejan en lamentable posición a la Directiva de la Asamblea Legislativa y de ser así, debemos exigir que se quiten el fuero y vayan a la cárcel quienes son culpables.
Sin embargo es importante que si alguien es acusado, también se procese al cómplice, y en este caso si los sindicalistas tienen pruebas de actos corruptos era su obligación denunciarlos oportunamente y no sacarlos a la luz pública hasta que ven amenazados sus puestos. Si existe corrupción en la Asamblea, mucho más la hay en el sindicato que calla a su conveniencia; si las acusaciones son falsas, es obligación de la Junta Directiva de la Asamblea denunciar y procesar a quien los acusan falsamente y de esta manera limpiar su nombre; si no, debe también denunciarse, juzgar a los miembros de la Asamblea implicados y a los sindicalistas cómplices.
Al final esta historia, por el momento, ha terminado con el sindicalista despedido y este hasta el momento no ha denunciado actos de corrupción ni ha mostrado toda la documentación que decía tener en su poder, por lo que al final ha resultado ser un mentiroso que usaba el temor para aferrarse a su puesto de trabajo y seguir así en una Junta Directiva que algún beneficio le debe proveer; la Asamblea Legislativa ha salido bien librada y no se dejó atemorizar por este mal trabajador y mal sindicalista, aunque habrá algunos que dirán que le dieron dinero para callar.
Que lamentable es saber que hay corrupción hasta en los sindicatos, quienes deberían luchar por el trabajador, por el cliente de su empresa, por las mejoras en el trabajo, por la justicia y no por sus miembros o su junta directiva; que lástima que quienes deben reivindicar derechos laborales sean quienes los violen y sean mal trabajadores lucrándose de la figura de representante sindical, que malo es que hayan miles que los apoyen.
Aprendamos a reconocer las ovejas negras tanto en la parte patronal, gubernamental, sindical y partidaria y démosle la espalda al falso, al aprovechado, al que lucha sin conciencia sino por un puesto en el gobierno, al que solo le interesa su bolsillo y su bienestar; aprendamos a reconocer a los verdaderos lideres que luchan por los mas necesitados y démosles nuestro apoyo; es tiempo que entre todos cambiemos esta historia de corrupción que tiene en decadencia a El Salvador.
De parte de otros sindicatos se han dado, en estas fechas, actos de protesta en calles y centros de trabajo con el objetivo de negociar reivindicaciones laborales y en muchas instituciones se ven conflictos al interior de los mismos sindicatos, buscando cambiar sus juntas directivas, motivo por el cual se mantienen luchas férreas.
En algunas instituciones los sindicatos manejan sumas considerables de dinero provenientes de los afiliados y hasta de las instituciones que representan, por lo que se dice que el ser Secretario General de los mismos es un negocio redondo, por tener a su disponibilidad dinero suficiente y tener pocos o nulos controles financieros de parte de entes auditores; por lo que la lucha más que ser un combate por tener el poder y ponerlo al beneficio de los trabajadores o de los clientes de las empresas que representan, es más una lucha por manejar una argolla con altas sumas de dinero y con poder potencial de negociar con “comisiones de alto nivel” de la empresa o hasta del mismo gobierno, acuerdos políticos y hasta cuotas de poder en el estado o en las instituciones.
Los sindicalistas, hasta no demostrar lo contrario, se olvidan que su lucha debe ser a favor de los trabajadores honestos y responsables y en su proceder se cuenta con personas que ya no asisten a laborar y que por lo tanto son un mal ejemplo para el resto de trabajadores, negocian incrementos salariales o prestaciones y se olvidan de exigir a sus afilados que mejoren la atención al cliente, negocian con los poderosos para mantenerse en sus feudos y llevar un sistema de cogobierno que beneficie a ambos y de esta manera estar en “paz”.
El problema se da cuando se producen conflictos de intereses o la parte patronal busca desligarse del sindicato, pretende “sanear” su institución y busca mecanismos legales que les permitan despedir a quienes les chupan la sangre, muchas veces con su propio consentimiento; es entonces que sacan las uñas y todos sacan sus trapitos al sol, acusándose mutuamente de actos de corrupción y buscando mecanismos que puedan afectar a otros o buscando negociar que ninguna de ambas partes salga afectada.
Esto es lo que parece haber sucedido en la Asamblea Legislativa, hablando de pruebas contundentes de corrupción, acusaciones graves que, de ser ciertas, dejan en lamentable posición a la Directiva de la Asamblea Legislativa y de ser así, debemos exigir que se quiten el fuero y vayan a la cárcel quienes son culpables.
Sin embargo es importante que si alguien es acusado, también se procese al cómplice, y en este caso si los sindicalistas tienen pruebas de actos corruptos era su obligación denunciarlos oportunamente y no sacarlos a la luz pública hasta que ven amenazados sus puestos. Si existe corrupción en la Asamblea, mucho más la hay en el sindicato que calla a su conveniencia; si las acusaciones son falsas, es obligación de la Junta Directiva de la Asamblea denunciar y procesar a quien los acusan falsamente y de esta manera limpiar su nombre; si no, debe también denunciarse, juzgar a los miembros de la Asamblea implicados y a los sindicalistas cómplices.
Al final esta historia, por el momento, ha terminado con el sindicalista despedido y este hasta el momento no ha denunciado actos de corrupción ni ha mostrado toda la documentación que decía tener en su poder, por lo que al final ha resultado ser un mentiroso que usaba el temor para aferrarse a su puesto de trabajo y seguir así en una Junta Directiva que algún beneficio le debe proveer; la Asamblea Legislativa ha salido bien librada y no se dejó atemorizar por este mal trabajador y mal sindicalista, aunque habrá algunos que dirán que le dieron dinero para callar.
Que lamentable es saber que hay corrupción hasta en los sindicatos, quienes deberían luchar por el trabajador, por el cliente de su empresa, por las mejoras en el trabajo, por la justicia y no por sus miembros o su junta directiva; que lástima que quienes deben reivindicar derechos laborales sean quienes los violen y sean mal trabajadores lucrándose de la figura de representante sindical, que malo es que hayan miles que los apoyen.
Aprendamos a reconocer las ovejas negras tanto en la parte patronal, gubernamental, sindical y partidaria y démosle la espalda al falso, al aprovechado, al que lucha sin conciencia sino por un puesto en el gobierno, al que solo le interesa su bolsillo y su bienestar; aprendamos a reconocer a los verdaderos lideres que luchan por los mas necesitados y démosles nuestro apoyo; es tiempo que entre todos cambiemos esta historia de corrupción que tiene en decadencia a El Salvador.
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