Pocos hablan al momento de los problemas que se dan en el día a día para ganarse la vida, y es que ganarse la vida además de una responsabilidad de la persona para con su familia, hijos, esposa y otros, es también una responsabilidad del gobierno, quien debe garantizar, según la Constitución de la República, acceso a seguridad en diversas maneras, entre ellas seguridad de una vida laboral, de estudios, superación, salud, medio ambiente, respeto, sana convivencia, normas y leyes que rigen la vida de las personas y garantizan que se viva en armonía.
Los salvadoreños salen a las calles todos los días buscando todas esas premisas mencionadas, buscan ganarse el pan honradamente, tener un salario digno, tener respeto desde y hacia otras personas, tener un medio ambiente seguro y sobre todo tener paz social; para muchos no hay fuentes de empleo y esa dificultad de encontrar trabajo va disminuyendo paulatinamente la estima personal y va generando una serie de conflictos por las responsabilidades que hay que cubrir; un padre responsable sabe que debe darle sustento a su familia y la falta de empleo, la inseguridad, la falta de cumplimiento de leyes que pone a unos en gran ventaja sobre otros y el no hacer cumplir de forma igualitaria y equitativa la retribución al estado a través de los impuestos, nos hace cada vez mas decepcionados de las riendas del estado.
Si una persona ganó a puro sudor de la frente el tener al menos una casita de esas donde si es posible debes dormir de pie, esta persona asume responsabilidades en el pago de impuestos por aseo, alumbrado, reparación de calles (que nadie hace) y otros impuestos obligatorios independientemente de que no se tenga trabajo; el gobierno nunca subsidia esos gastos y a medida que estas deudas y otras se van acumulando, van generando intereses grandes que sumen en más pobreza a esa familia.
Quien ofrece su trabajo en carpintería, electricidad, fontanería y otros tipos de actividades de contratación eventual, saben que deben buscar mecanismos que les generen cierta ganancia para su sustento y que deben buscar mecanismos de rentabilidad propias sin que nadie los subsidie; esta persona sabe que debe tratar bien a su cliente para que lo contrate, que debe cobrar de forma justa y mejor que otros, que debe contar con herramientas adecuadas para dar un mejor servicio y que debe irse modernizando para que la competencia no lo elimine; esta persona se esmera por dar lo mejor de si y de salir adelante sin ayuda de nadie.
Una persona que se enriquece a costa de los pobres y que aun a pesar de sus ganancias que les permiten lujos diversos, soborna al estado para ganar subsidio por una labor en la que no lleva controles financieros, no paga impuestos y lo peor es que cuando comete infracciones no las paga, es simplemente un parásito de la sociedad; esto es lo que pasa con los transportistas, quienes se aprovechan de saber que la población necesita desplazarse y que no tiene para pagar, que saben que con medio relajo que hagan y exijan aumento de tarifas se ganan la voluntad del gobierno de soltarles dinero y se aprovechan de ello; hacen reuniones en hoteles adonde llegan en lujosos vehículos que no podrían tenerlos si su negocio no fuera rentable y lo peor de todo es que a pesar que se les financia su ganancia, no mejoran el trato al usuario, contaminan el ambiente, violan las leyes y se burlan del usuario y de los automovilistas, de esos que pagan impuesto para que a ellos mismos se les pague subsidio. La pregunta es ¿Cuándo mejorarán los buseros?
El estado pretende aumentarles nuevamente su compensación económica y son tan ilusos que piensan que estos cambiarán su trato al usuario, cuando en aspectos comerciales se sabe que aquel que no tiene competencia puede abusar de los precios, de los usuarios y manejar a su manera los costos de sus servicios; por lo tanto la mejor manera de hacerles cambiar sin subirles compensaciones es poniéndoles competencia.
Desde hace mucho tiempo hemos sugerido un sistema nacional de transporte que posea motoristas educados, precios accesibles, vehículos en buen estado y que por lo tanto sea un sistema de regulación de precios que obligue al empresario privado a mejorar sus unidades, el trato, a eliminar buses viejos que contaminan el medio ambiente y a hacer del país un mejor lugar para vivir.
El gobierno gastará 11 millones más de los impuestos de los salvadoreños para engordar más a estos empresarios de buses, quienes son tan pobres que el dueño de una empresa cuyo bus mató a 2 niños pobres en Sonsonate, apenas tiene unos 30 autobuses; el gobierno con ese dinero para los buseros mejor debería comprar buses y ponerlos al servicio de la gente, a precio razonable y así regular los precios del pasaje.
Es tiempo de tomar decisiones sobre si es necesario nacionalizar algunos servicios; es tiempo de reconocer que se cometieron muchos errores con la privatización, la dolarización, las AFP y otras medidas; es tiempo de quitar subsidios a quienes no lo merecen, exigirles cumplir las leyes y hacer que las cumplan; es tiempo de que el gobierno tome las riendas del transporte y lo haga eficiente; solo que una cosa debe tenerse cuidado, que si este servicio se diera y se formara un sindicato, que no bloqueen el trabajo del gobierno y se esmeren en dar lo mejor de si, contando con salarios y prestaciones adecuadas; solo nacionalizar el sistema de transporte como una competencia al sector privado hará que mejore este servicio.
Al final el gobierno nuevamente se deja manipular por estos malos empresarios, el transportador sonríe y se carcajea de ver aumentadas sus ganancias, el transportado sigue llorando sus muertos, el maltrato, la contaminación, los atropellos a la dignidad y el ambiente seguirá empeorando.
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