Aquiles Montoya
Rebelión
1. El día de Karla Concepción
Karla es una mujer que lucha diariamente para sacar adelante a su familia. A sus quince años ella se fue de su casa, después de un inesperado embarazo, dejando a su madre viviendo sola en el cantón El Carmen, para vivir con el que sería un tiempo su compañero de vida José Martínez. Dio a luz a su primer hijo Manuel, que lastimosamente nació con retraso mental y no es capaz de valerse por sí mismo. Dos años más tarde volvió a vivir la experiencia de ser madre por segunda ocasión, aunque con cierto temor de que sufrieran sus gemelas (Nayeli y Elvira) de la misma incapacidad que su primogénito. Poco tiempo después ante la presión de mantener a una familia ahora más extensa José Martínez cayó víctima del alcohol dejando su trabajo como carpintero, hasta que cierto día desapareció para no volver a regresar. Por lo que Rosa a la edad de 19 años se vio obligada a regresar a la casa de su madre y buscar su primer trabajo, el cual encontró después de ocho meses de búsqueda.
Las dificultades se presentaron debido a su bajo nivel de escolaridad, ya que sólo logró llegar hasta el noveno grado. El único lugar del que recibió una respuesta positiva fue de las Industrias XX, S.A. de C.V. en la cual se ensamblan camisas y camisetas con materia prima traída del exterior, posteriormente son enviadas al exterior para su comercialización. El proceso de producción se divide en 12 líneas, por cada línea hay 34 operarios, la gran mayoría son mujeres. Cada línea tiene dos supervisoras, una de calidad y la otra de trabajo; ellas vigilan que todas tengan trabajo que hacer, que no platiquen, que las máquinas funcionen bien, etc.
Los trabajadores y trabajadoras protegen sus pulmones de la mota que despide la tela al coserla y al cortarla, con tan sólo una débil mascarilla sencilla, la cual deben comprar de sus ingresos, razón por la cual, a menudo ya no sirven de nada.
Karla fue contratada como operaria de línea, devengando el salario mínimo y realizando actividades que consisten en cerrar camisas, pegar y decorar cuellos, hacer ruedos, entre otras actividades, estas operaciones son rotativas.
Todos los empleados de línea trabajan bajo las mismas condiciones saláriales, con un incentivo por superar las metas de producción, estas metas consisten en elaborar, al menos, 100 docenas diarias del producto, pero esto depende de la operación que se está realizando.
Al cumplir la meta se gana un bono y se logra tener un salario semanal de $50 a $60, esto depende de la época en que se trabaje, porque hay épocas buenas y malas. En las épocas malas se debe de conformar con su salario base, con el cual apenas logra sustentar a su familia. Además goza de todas las prestaciones de ley AFP, ISSS, vacaciones anuales, aunque quien sabe si la empresa las paga; al mismo tiempo que cuenta con una clínica particular en caso de cualquier emergencia, la cual está cercana a la maquila, dentro de la empresa también hay una despensa en la que pueden comprar a un mejor precio productos de primera necesidad.
Un día cualquiera de Karla empieza a las 3:45 de la mañana cuando se levanta a bañarse y arreglarse, luego, prepara el desayuno y el almuerzo para sus hijos, alrededor de las 4:45 a.m. levanta a los niños para bañarlos y arreglarlos para llevarlos donde su abuela y es ella quien se encarga de recoger a las gemelas en la escuela. A las 5:50 a.m. se dispone a abordar el bus con rumbo a su trabajo, gastando a diario $1.25 en transporte, llegando a su lugar de trabajo a las 6:50 a.m. y entrando a sus labores a las 7:00 a.m., a las 8:20 a.m. goza de un receso de 15 minutos, el cual aprovecha para poder desayunar, pagando $1 diario. A las 12:15 p.m. se dispone a tomar un descanso para poder almorzar junto a sus compañeros de trabajo; las cuales considera como parte de su familia, ya que tiene 5 años compartiendo diariamente con ellos.
Luego entra nuevamente a la maquila para terminar su jornada a las 5:00 p.m. hora a la que toma el bus para regresar a su casa alrededor de las 8:00 p.m., pero su trabajo no termina ahí, ya que tiene que llegar a hacer la cena y los quehaceres de la casa, luego acuesta a sus hijos y ve televisión hasta como a las 10 de la noche. La jornada laboral de Karla es de lunes a viernes, por lo que los fines de semana se los dedica a su familia y a los quehaceres del hogar. En el lugar donde vive le brindan servicio de agua solamente dos veces a la semana y esto le acarrea ciertos problemas, ya que los días que llega el agua debe levantarse más temprano para lograr recolectar en unos barriles la mayor cantidad de agua que pueda, para así poder cubrir sus necesidades, mientras espera el próximo día en que pueda abastecerse nuevamente del vital líquido. Por lo anterior es entendible que no pueda llevar a sus hijos a lugares de esparcimiento, por lo que su única diversión es asistir a misa los domingos en la mañana a una parroquia ubicada en la zona.
A pesar del bajo salario que Karla posee, ella considera que el ambiente de trabajo es relativamente agradable, por el hecho de no sufrir de algún tipo de agresión o abuso sexual; no obstante, ella quisiera estar en un lugar que le permitiera tener mayores ingresos y así poderle dar un mejor futuro a sus hijos. Otra desventaja es que la empresa no brinda oportunidades de desarrollo a sus empleados, ya que son muy escasos –casi nulos- los ascensos –hay casos de mujeres que ya tienen 25 años de trabajar como operarias y jamás han sido ascendidas. Al mismo tiempo no se les permite hacer sindicatos, ya que eso atenta contra las normas de la empresa y si algún empleado está interesado en formarlo es despedido.
Los gastos mensuales de Karla, relacionados con su desplazamiento y alimentación durante sus días laborales ascienden a $75.00, distribuidos de la siguiente manera: transporte $25 dólares; desayunos, $25 dólares y almuerzos, $25 dólares. Sí a este monto se le agrega el valor del resto de gastos necesarios para atender las necesidades básicas de su familia, se tiene un total de gastos mensuales de $ 240.00.Su ingreso mensual –incluyendo bonificaciones por cumplimiento de metas y horas extras- no le alcanza para cubrir otras necesidades básicas como la vestimenta y el calzado, de ella y de su familia, por lo que el único mes en el que aprovecha para comprarlos es en diciembre, ya que el sueldo de ese mes es superior al incluir aguinaldo y otras bonificaciones.
2. Las condiciones de trabajo en las maquilas y su relación con el patrón de acumulación de capital en El Salvador.
a. Las tendencias de la acumulación de capital y las condiciones de trabajo en la maquila.
Cuando Marx en el capítulo XXIII de El Capital expone el contenido de la Ley General de Acumulación de Capital, hace referencia a la sobrepoblación consolidada, parte del ejercito industrial de reserva, la cual a juicio del autor presenta la realidad siguiente: “Su miseria se halla en relación directa a los tormentos de su trabajo”, este es, un juicio que se ajusta perfectamente a la realidad de la trabajadoras de la maquila: salarios miserables, largas jornadas y pésimas condiciones de trabajo, físico-ambientales y maltrato. Por ello es que las trabajadoras de la maquila manifiestan, que si encontraran un trabajo mejor se cambiarían, pero no los hay. Es tal la sobrepoblación relativa que existe en el país, luego de la crisis del modelo primario exportador y las privatizaciones y cierre de instituciones públicas que, a pesar de la constante migración de salvadoreños y salvadoreñas hacia los EU, el desempleo y el subempleo persisten. Y persisten porque nuestros “empresarios nacionalistas”, realizan parte de su acumulación de capital (reinversión de utilidades) más allá de nuestras fronteras y el soñado capital extranjero, aparte de la compra de empresas ya existentes, casi no invierte, a no ser en la maquila.
b. La valorización del capital.
No conocemos la magnitud de las ganancias del capital que invierte en la maquila, pero sí consideramos que no pagan impuestos, que pagan salarios miserables, que acuden a los mecanismos de obtención de plusvalía absoluta, relativa y extraordinaria, es lógico suponer que lo que ganan es muchísimo.
A pesar de pagar salarios de hambre por tiempo, le fijan metas a las trabajadoras, con lo cual les obligan a incrementar la intensidad del trabajo y/o a prolongar la jornada laboral. ¡Alguien se puede imaginar lo que significa empacar 10,000 camisas en una jornada de trabajo o pegar 2,000 cuellos de camisas! Pero además, al emplear medios de trabajo y métodos de trabajo modernos se garantizan también una elevada productividad, lo cual les asegura plusvalía relativa y extraordinaria. Las obreras no pueden hablar, tienen que pedir permiso para ir al baño, permiso que depende del supervisor o supervisora el concederlo, el cual ciertamente, no pasa de uno en el día y no puede exceder de 5 a 10 minutos. El conseguir permiso para asistir al ISSS es una verdadera hazaña. Todas las trabajadoras entrevistadas manifestaron que les descuentan la cuota del ISSS y de la AFP, lo que no saben es si efectivamente las empresas paga esas cuotas.
La organización, la formación y lucha de los obreros y obreras son formas de paliar la situación de los trabajadores; sin embargo, en las maquilas los sindicatos están prohibidos y quienes intentan crear algún tipo de organización sindical son inmediatamente despedidos. Y claro, las obreras, muchas de ellas madres solteras, temen quedarse sin trabajo y dejar de percibir algún ingreso, aunque sea un salario tan miserablemente bajo como el que reciben.
Por otra parte, las maquilas al no pagar impuestos, no contribuyen al gasto, ni a la inversión pública, y su contribución al PIB es insignificante. Sin embargo, los empresarios de la maquila exigen buena infraestructura, medios de comunicación, energía, seguridad, de modo que somos los salvadoreños los que subsidiamos al capital maquilero, sobre todo aquellos que no tenemos forma de evadir, ni eludir los impuestos.
c. La doble jornada de trabajo de las trabajadoras de la maquila.
Nuestra legislación establece una jornada de 8 horas diarias y en tareas insalubres o peligrosas una jornada menor. Además, se afirma que las horas extras deben de pagarse con un salario mayor que las horas normales. Sin embargo en las maquilas, en su gran mayoría, no se cumple con tales disposiciones, ya que los maquileros han encontrado formas de burlar la ley, tales son por ejemplo el establecer turnos de 4 p.m. a 8 a.m. 13 horas continuas, con 2 recesos de media hora, sistema en que se alternan las obreras, una semana de día y otra de noche, imaginan lo que esto implica en cuanto al buen dormir, al necesario descanso. ¿Qué organismo se puede habituar a dormir una semana de día y otra semana de noche? Esto es inhumano! Las consecuencias en términos de deterioro de la salud son fácilmente previsibles. Pero la forma más general es la establecer metas para una jornada normal y si la trabajadora no alcanza la meta tiene que seguir trabajando horas extras sin ninguna remuneración, o bien, sufrir un descuento y finalmente, si es frecuente el no alcanzar la meta estipulada, se procede a su despido.
¿Y cómo se llega a establecer tales metas? Sencillo, primero se contrata a las obreras por obra. La obrera al saber que si produce más gana más, pues incrementa la intensidad de su trabajo o prolonga voluntariamente su jornada laboral.
Cuando ya se tiene estimado la magnitud de obra que una trabajadora puede realizar, se le contrata con el salario mínimo y se le exige la cantidad que realizaba por obra. De esta manera se les paga menos de lo debido a las obreras.
¿Por qué no protestan o se resisten a aceptar salarios tan miserables? Porque no están organizadas e individualmente se les despide con gran facilidad. Y al no existir en el país otras oportunidades de obtener un salario, pues, se resignan, con la esperanza de que algún día mejoren las condiciones o que sus hijos e hijas no tengan que pasar por lo que ellas han pasado.
¡Quimeras! El capitalismo es, ha sido y seguirá siendo igual, un vampiro que vive a costa de la sangre de los trabajadores y trabajadoras. Es obvio que del capital y de los capitalistas no cabe esperar tal mejora, porque los capitalistas en su búsqueda de incrementar sus beneficios, van a donde pueden pagar menos salarios.
Pero retornando a la jornada de trabajo de las obreras de la maquila, debemos de señalar que no se inicia al entrar a la fabrica, ni concluye al salir de la misma, su trabajo se inicia a tempranas horas de la mañana, en su vivienda, antes de partir al trabajo, se continúa al volver del trabajo y sigue los fines de semana. También realizan el trabajo propio de toda ama de casa: preparar la comida, lavar, planchar, limpiar, etc. Luego están las horas que invierten en movilizarse al trabajo. Las horas de descanso real de estas trabajadoras son poquísimas. Si se le puede llamar descanso a dormir cinco horas.
d. Condiciones de trabajo
No es irracional pensar que las obreras de la maquila trabajan en condiciones peores que los esclavos de la antigüedad, ya que el esclavista no deseaba que sus esclavos dejaran de existir ya que eso les implicaba una pérdida pecuniaria; en cambio los maquileros sencillamente sustituyen a quienes perecen o ya no resisten el trabajo y las condiciones de trabajo. Aire contaminado que dañará más temprano que tarde las vías respiratorias, calor agobiante que exige un mayor gasto de energías y un mayor desgaste del cuerpo, mala iluminación que termina afectando la vista, ruido infernal que afecta los nervios, hacinamiento y mutismo, no es posible platicar en una maquila, cuando el conversar relaja y a menudo hace brotar una sonrisa. En la maquila se requiere de máquinas humanas que no orinen, ni defequen. En una maquila no existe porosidad en la jornada, lo cual incrementa la intensidad del trabajo y agota más tempranamente las energías de estas mujeres. Pero sus males no terminan allí, son víctimas de malos tratos, de acoso sexual y muchas sucumben, cuando son jovencitas, a las pretensiones de los supervisores o jefes con la vana esperanza de conservar sus trabajos. Y ya no hablemos de la inseguridad industrial, que cuando han ocurrido de manera escandalosa, los funcionarios públicos se han encargado de encubrirla hablando de sabotaje. Es cierto la maquila genera empleo, pero también lo hace la mafia, el crimen organizado, el narcotráfico, la trata de blancas. Pero no se trata tan sólo de eso, de generar empleo, lo que las personas necesitan es un empleo digno, que a la par que les permita satisfacer sus necesidades materiales se realicen como personas, como seres humanos. Las mujeres de la maquila, si pudieran encontrar otro empleo, la dejarían, lo cual obviamente, es una manifestación de su insatisfacción personal con la maquila.
e. Subsunción del trabajo en el capital.
La maquila se trata de una actividad capitalista que subsume directa e indirectamente el trabajo en el capital. La subsunción directa es de carácter real, en tanto que no sólo se trata de trabajo asalariado, sino que existe una modificación del proceso de trabajo, ya sea por la introducción de medios de trabajo modernos aunque intensivos en mano de obra, sino que también por la fragmentación del proceso de trabajo, al punto que, en muchas ocasiones las trabajadoras no tienen ni idea de cuál será el producto final. Pero también se da la subsunción indirecta, en razón de que, al ser los salarios tan bajos, son insuficiente para asegurar la reproducción material y espiritual de la familia obrera, y se ven precisadas de las ayudas familiares o de trabajos adicionales al margen del sistema capitalista, lo cual significa que existe una autoreproducción parcial de la fuerza de trabajo, al margen del capital. Pero, adicionalmente, el origen de estas obreras se encuentra en el sector campesino, informal o artesanal o sea que se trata de una fuerza de trabajo generada independientemente o al margen del capital, en consecuencia, cuando se convierten en asalariadas en la maquila no sólo son explotadas, sino que son expoliadas, -en rigor sobreexplotadas- lo cual posibilita una valorización extraordinaria del capital maquilero.
e. La sobreexplotación de la fuerza de trabajo.
La explotación en el capitalismo no significa que el salario sea menor que el valor de la fuerza de trabajo, aún pagándose la fuerza de trabajo por todo lo que vale, siempre es explotada, porque genera una plusvalía de la que se apropia el capitalista y ésta es la raíz de la explotación; sin embargo, tal realidad se esconde tras el salario, el cual se presenta como el precio del trabajo y no de la fuerza de trabajo. Pero la maquila se presenta como una situación límite.
Ciertamente, en los diferentes sectores capitalistas se explota a los trabajadores y trabajadoras, pero en la maquila se sobre explota a las trabajadoras, no sólo porque los salarios son inferiores al valor de la fuerza de trabajo, sino por las condiciones insalubres de trabajo, por las jornadas largas, por la intensidad del trabajo, por las metas, por los turnos, por el mal trato, por el acoso sexual, por la inseguridad laboral, por el irrespeto a los derechos humanos, sociales y económicos de las trabajadoras.
f. Las prácticas antisindicales
Las leyes laborales salvadoreñas no prohíben formalmente la sindicalización y es más, los convenios internacionales en materia laboral, de los cuales es signatario nuestro país la garantizan, pero en el caso de la maquila no se permite la sindicalización. Es obvio, que si el gobierno actuara ante las maniobras de los maquileros para evitar la sindicalización de estas trabajadoras y les protegiera sus derechos algo mejorarían sus condiciones de vida y de trabajo. Pero no, eso conduciría a la inestabilidad social, a las huelgas y el capital maquilero huiría. Pero ese sería un riesgo que correrían o no dichas trabajadoras.
La obligación primaria del gobierno es protegerles sus derechos, ¿O no? ¿Será que para el gobierno su obligación primordial es asegurar las exorbitantes ganancias del capital maquilero a costa de la sobreexplotación de esas humildes mujeres?
g. El aprovechamiento de la miseria y la complacencia del gobierno
Es obvio que es mejor tener un trabajo, aunque sea mal remunerado, que no tenerlo y en países como los nuestros no existen oportunidades y claro, dejados patrones y trabajadores a la ley de la selva, del mercado, le dicen, ocurre esta espantosa realidad: el hambre obliga a la sumisión.
Pero esto no es ético, ni legal, mucho menos legítimo. Sabido es que el capitalismo se fundamenta en la explotación de los trabajadores, pero cuanta diferencia existe entre un explotado del norte y un sobreexplotado del sur. ¿Y qué han hecho los gobiernos areneros? Potenciar esta situación de miseria y sobreexplotación, cuando han decretado para la maquila salarios mínimos que son los mínimos de los mínimos, cuando no hace cumplir las leyes laborales, ni protege los derechos de las trabajadoras de la maquila, que constituye un porcentaje bastante significativo de la PEA ocupada en la industria.
3. Conclusiones y propuestas.
La primera conclusión es que las condiciones de vida y de trabajo de las obreras de la maquila son algo tan dramático que, cuando se conocen, a cualquier persona sensible le hacen indignarse y lo mueven a afirmar tajantemente: esto no puede ser, no es posible que se siga tolerando los niveles de sobreexplotación que experimentan estas obreras.
b. No resulta sorprendente, al menos desde mi perspectiva teórica, que estas trabajadoras no se percaten de su condición de explotadas, ya que ésta, la explotación se torna invisible en el capitalismo, se esconde tras el salario, como precio del trabajo y no de la fuerza de trabajo que es lo que vende el trabajador o la trabajadora. Y a lo que le llaman explotación no es otra cosa que la sobre explotación – bajos salarios, largas jornadas, intensidad en el trabajo, precariedad laboral, etc.- y es por ello que los gerentes, los jefes, los inspectores, etc. no se sienten explotados, cuando en realidad también lo son. Vea usted, sólo el trabajo genera valor y los ricos, los capitalistas se hacen cada vez más ricos, acumulan capital, gracias a ese valor que generan los trabajadores, una parte que corresponde al valor de la fuerza de trabajo – el salario- y otra que constituye la plusvalía, de la cual se apropian los capitalistas, ya sea directa o indirectamente. Cuando los salarios son inferiores al valor de la fuerza de trabajo, ocurre la sobreexplotación que se traduce en beneficios extraordinarios para los capitalistas, como ocurre, por ejemplo en las maquilas.
Pero aún que no fuese este el caso siempre habría explotación. Si usted no está de acuerdo con esta afirmación, lo invitamos a que señale un caso, tan sólo uno, de un capitalista que se haya hecho rico con tan solo su trabajo. Esto es que nunca tuvo empleados, que sólo el trabajó y a la vuelta de X años se convirtió en un magnate. Trabajó decimos y no que robó, que especuló, que se sacó la lotería o se casó con la heredera de un magnate, o heredó una fortuna sin haber trabajado nunca en su vida, etc. Yo le aseguró que no lo encontrará, porque todo capital es trabajo no pagado.
c. En las maquilas, en muchas de ellas, no se cumplen las leyes laborales vigentes, ni en cuanto a la duración de la jornada, ni el pago por nocturnidad o por horas extras, no se respeta el derecho a sindicalizarse, no se garantiza la seguridad industrial, ni la estabilidad laboral, ni se cumplen las prestaciones sociales que establece la ley. Ciertamente, hay excepciones, pero son eso: excepciones a la regla.
Propuestas
A menudo se dice que no basta con denunciar, que es lo que resulta de hacer un análisis objetivo de la realidad, sino que es necesario proponer; sin embargo, cualquier propuesta por racional o ética que sea, está determinada en su factibilidad o viabilidad por el marco socioeconómico y político de esa realidad particular. La primera, que resulta obvia, es que se haga cumplir la legislación laboral vigente. No es mucho pedir, sobre todo cuando se habla tanto de que vivimos en un Estado de Derecho. Y ocurre que no es así, la maquila es uno de los muchos ejemplos que existen. Vivir en un Estado de Derecho presupone que se cumpla la ley.
a. El salario mínimo en la maquila debería ser igual o superior al salario medio urbano. La razón es sencilla, el esfuerzo que realizan estas mujeres se lo merece, pero es que además sus niveles de productividad son altos y por otra parte, las empresas maquileras no pagan impuestos, en consecuencia tienen posibilidad de pagar mayores salarios.
b. Otra acción que se podría realizar es promover la creación o la transformación de las empresas maquileras capitalistas en empresas autogestionarias, con una visión participativa y solidaria. Experiencias las hay en diferentes países y son exitosas.
c. Siendo empresas autogestionarias y solidarias, se les podría autorizar para que parte de la producción la comercializaran internamente, aprovechando la demanda proveniente de las remesas. Se estaría generando, con el tiempo, una industrialización sustitutiva de importaciones, pero por otra vía, lo cual sería de gran beneficio para el país.
d. También debemos de señalar que las organizaciones feministas deben de jugar un rol más activo de cara a la organización, formación y lucha de estas mujeres. En países como Indonesia la organización de las mujeres de la maquila ha generado un poderoso movimiento social.
Finalmente debemos señalar que es preciso romper el círculo vicioso del subdesarrollo que genera y mantiene a las maquilas. Como somos subdesarrollados, no existen suficientes oportunidades de empleo y los que lo tienen perciben bajos salarios y para generar más puestos de trabajo se acepta que se paguen salarios miserables por las maquilas y que además no paguen impuestos, lo cual lejos de sacarnos del subdesarrollo, preserva y profundiza dicha realidad. Lo lógico sería que pagaran impuestos como cualquier otra empresa capitalista.
1 comentario:
Los maquileros grandes y los que estan en cada ciudad lloran por el programa de uniformes del gobierno, quieren que se los den a ellos cuando el objetivo es que ganen los sastres que ganan poco, ya es tiempo que se distribuyan las ganancias y no quede solo en unos pocos
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